Documenta Catholica Omnia
Non nobis, Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam


Index Verborum:     clara


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Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos a un Religioso para Alcanzar la Perfecion

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos copiados por Magdalena del Espiritu Santo

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos por la Madre Maria de Jesus

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos procedentes de Antequera

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos recogidos por la edicion de Gerona

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Cantico Espiritual A

§ 1.1

En esta primera canción, el alma enamorada del Verbo Hijo de Dios, su Esposo, deseando unirse con él por clara y esencial visión, propone sus ansias de amor, querellándose a él de la ausencia, mayormente que, estando ella herida de su amor, por el cual ha salido de todas las cosas y de sí misma, todavía haya de padecer la ausencia de su Amado, no desatándola ya de la carne mortal para poderle gozar en gloria de eternidad; y así, dice:

§ 1.2

De manera que el intento del alma en este presente verso no es pedir sólo la devoción afectiva y sensible, en que no hay certeza ni claridad de la posesión graciosa del Esposo en esta vida, sino también la presencia y clara visión de su esencia, con que desea estar certificada y satisfecha en la gloria.

§ 1.9

Y a este tiempo amoroso es la conmutación de estas renes de apetitos de voluntad hecha en grande manera de tormento en ansia de ver a Dios; tanto, que le parece al alma intolerable el rigor de que con ella usa el amor; no porque la haya herido (porque antes tiene ella las tales heridas de amor por salud), sino porque la dejó así herida penando, y no la hirió más hasta acabarla de matar, para poder verse juntamente con él en revelada y clara vista de perfecto amor.

§ 1.12

Por eso, el que está enamorado de Dios vive siempre en esta vida penado, porque él está ya entregado a Dios, esperando la paga en la misma moneda, conviene a saber, de la entrega de la clara posesión y vision de Dios, clamando por ella, y en esta vida no se le da, y, habiéndose ya perdido de amor por Dios, no ha hallado la ganancia de su pérdida, pues carece de la dicha posesión del Amado, porque él se perdió.

§ 11.2

Llámala cristalina a la fe por dos cosas: la primera, porque es de Cristo su Esposo, y la segunda, porque tiene las propiedades del cristal en ser pura en las verdades y fuerte y clara, limpia de errores y formas naturales.

§ 11.3

Quiere decir que, si cerráremos los ojos del entendimiento a las cosas de arriba y a las de abajo, a lo cual llama dormir en medio, quedaremos sólo en fe, a la cual llama paloma, cuyas plumas, que son las verdades que nos dice, serán plateadas; porque en esta vida la fe nos las propone oscuras y encubiertas, que por eso las llama aquí semblantes plateados; pero a la postre de esta fe, que será cuando se acabe la fe por la clara visión de Dios, quedará la sustancia de la fe, desnuda del velo de esta plata, de color como el oro.

§ 11.4

Y así, es como si dijera: ¡Oh, si esas verdades que informe y oscuramente me enseñas encubiertas en tus artículos de fe, acabases ya de dármelas clara y formadamente descubiertas en ellos, como lo pide mi deseo! Y llama aquí ojos a estas verdades por la grande presencia que del Amado siente, que le parece la está ya siempre mirando; por lo cual dice:

§ 11.5

Por tanto, las verdades que se infunden en el alma por fe están como en dibujo, y cuando estén en clara visión, estarán en el alma como perfecta y acabada pintura, según aquello que dice el Apóstol (1 Cor 13, 10), diciendo: Cum autem venerit quod perfectum est, evacuabitur quod ex parte est, que quiere decir: Cuando viniere lo que es perfecto, que es la clara visión, acabarse ha lo que es en parte, que es el conocimiento de la fe.

§ 11.5

Por tanto, las verdades que se infunden en el alma por fe están como en dibujo, y cuando estén en clara visión, estarán en el alma como perfecta y acabada pintura, según aquello que dice el Apóstol (1 Cor 13, 10), diciendo: Cum autem venerit quod perfectum est, evacuabitur quod ex parte est, que quiere decir: Cuando viniere lo que es perfecto, que es la clara visión, acabarse ha lo que es en parte, que es el conocimiento de la fe.

§ 13.16

Y no se ha de entender que esto que el alma entiende, porque sea sustancia desnuda, como habemos dicho, sea la perfecta y clara fruición, como en el cielo; porque, aunque es desnuda de accidentes, no es por eso clara sino oscura, porque es contemplación, la cual es en esta vida, como dice san Dionisio, rayo de tiniebla; y así podemos decir que es un rayo e imagen de fruición, por cuanto es en el entendimiento, en que consiste la fruición.

§ 13.16

Y no se ha de entender que esto que el alma entiende, porque sea sustancia desnuda, como habemos dicho, sea la perfecta y clara fruición, como en el cielo; porque, aunque es desnuda de accidentes, no es por eso clara sino oscura, porque es contemplación, la cual es en esta vida, como dice san Dionisio, rayo de tiniebla; y así podemos decir que es un rayo e imagen de fruición, por cuanto es en el entendimiento, en que consiste la fruición.

§ 16.11

Y esto por dos cosas: la una, porque como actualmente queda absorta y embebida en aquella bebida de amor, no puede estar actualmente en otra cosa; la segunda, porque aquella transformación en Dios de tal manera la conforma con su sencillez y pureza, que la deja limpia y pura y vacía de todas formas y figuras que antes tenía -.porque el acto siempre tiene consigo estas formas-.; así como hace el sol en la vidriera, que, infundiéndose en ella, la hace clara y se pierden de vista todas las máculas y pelillos que antes en ella parecían; pero, vuelto a quitar el sol, apartándose bien de ella, luego vuelven a parecer en ella las nieblas y máculas que antes.

§ 28.8

Finalmente, ni los miedos de las noches veladores llegan a ella, estando ya tan clara y tan fuerte y tan de asiento en Dios reposando, que ni la pueden oscurecer con sus tinieblas, ni atemorizar con sus terrores, ni recordar con sus ímpetus.

§ 31.4

Y para que mejor se entienda, es de saber que de la tortolica se escribe que cuando no halla al consorte, ni se asienta en ramo verde, ni bebe el agua clara ni fría, ni se pone debajo de la sombra, ni se junta con otras aves; pero, en juntándose con el esposo, ya goza de todo esto.

§ 31.4

Todas las cuales propiedades le acaecen al alma; porque, antes que llegue a esta junta espiritual con su Amado, ha de querer carecer de todo deleite, que es no sentarse en ramo verde; y de toda honra y gloria del mundo y gusto, que es no beber el agua clara y fría; y de todo refrigerio y favor del mundo, que es no ampararse en la sombra, no queriendo reposar en nada, gimiendo por la soledad de todas las cosas hasta hallar a su Esposo.

§ 31.5

Y porque esta tal alma, antes que llegase a este estado, anduvo de esta suerte buscando a su Amado como la tortolilla, no hallando ni queriendo hallar consuelo ni refrigerio sino sólo en él, canta aquí el mismo Esposo el fin de sus fatigas y cumplimiento de los deseos de ella, diciendo que ya la tortolica al socio deseado en las riberas verdes ha hallado, que es decir: que ya se sienta en ramo verde, deleitándose en su Amado; y que ya bebe el agua clara de subida contemplación y sabiduría de Dios y fría, que es el refrigerio que tiene en él; y también se pone debajo de la sombra de su amparo y favor, que tanto ella había deseado, donde es consolada y reficionada sabrosa y divinamente, según ella de ello se alegra en los Cantares (Ct 2, 3), diciendo: Sub umbra illius, quem desideravam sedi, et fructus eius dulcis gutturi meo, que quiere decir: Debajo de la sombra de aquel que había deseado me asenté, y su fruto es dulce a mi garganta.

§ 33.5

Quiere decir: donde se da la noticia y sabiduría de Dios (que aquí llama agua pura) al entendimiento, limpia y desnuda de accidentes y fantasías, y clara, sin tinieblas de ignorancia.

§ 33.5

Este apetito tiene siempre el alma de entender clara y puramente las verdades divinas; y cuanto más ama, más adentro de ellas apetece entrar; y por eso pide lo tercero, diciendo:

§ 34.1

Una de las causas que más mueven al alma a desear entrar en esta espesura de sabiduría de Dios y conocer muy adentro en sus juicios, como habemos dicho, es por poder de allí venir a unir su entendimiento y conocer en los altos misterios de la Encarnación del Verbo, como a más alta y sabrosa sabiduría para ella; a cuya noticia clara no se viene sino habiendo primero entrado en la espesura que habemos dicho de sabiduría y experiencia de trabajos.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Cantico espiritual B

§ 1.2

En esta primera canción el alma, enamorada del Verbo Hijo de Dios, su Esposo, deseando unirse con él por clara y esencial visión, propone sus ansias de amor, querellándose a él de la ausencia, mayormente que, habiéndola él herido de su amor, por el cual ha salido de todas las cosas criadas y de sí misma, todavía haya de padecer la ausencia de su Amado, no desatándola ya de la carne mortal para poderle gozar en gloria de eternidad; y así, dice:

§ 1.4

En lo cual se ha de entender que, si el alma sintiere gran comunicación o sentimiento o noticia espiritual, no por eso se ha de persuadir a que aquello que siente es poseer o ver clara y esencialmente a Dios, o que aquello sea tener más a Dios o estar más en Dios, aunque más ello sea; y que si todas esas comunicaciones sensibles y espirituales faltaren, quedando ella en sequedad, tiniebla y desamparo, no por eso ha de pensar que la falta Dios más así que así, pues que realmente ni por lo uno puede saber de cierto estar en su gracia, ni por lo otro estar fuera de ella, diciendo el Sabio (Ecle. 9, 1): Ninguno sabe si es digno de amor o de aborrecimiento delante de Dios.

§ 1.4

De manera que el intento principal del alma en este verso no es sólo pedir la devoción afectiva y sensible, en que no hay certeza ni claridad de la posesión del Esposo en esta vida, sino principalmente la clara presencia y visión de su esencia en que desea estar certificada y satisfecha en la otra.

§ 3.3

Esto da a entender bien el mismo Esposo en el libro de la Sabiduría (6, 13), diciendo: Clara es la Sabiduría, y nunca se marchita, y fácilmente es vista de los que la aman y es hallada de los que la buscan.

§ 10.8

Esta lumbre echaba menos David (Sal. 37, 11) cuando con lástima decía: La lumbre de mis ojos, ésa no está conmigo; y Tobías (5, 12) cuando dijo: ¿Qué gozo podrá ser el mío, pues estoy sentado en las tinieblas y no veo la lumbre del cielo? En la cual deseaba la clara visión de Dios, porque la lumbre del cielo es el Hijo de Dios, según dice san Juan (Ap. 21, 23), diciendo: La ciudad celestial no tiene necesidad de sol ni de luna que luzcan en ella, porque la claridad de Dios la alumbra, y la lucerna de ella es el Cordero.

§ 12.3

Llama cristalina a la fe por dos cosas: la primera, porque es de Cristo su Esposo, y la segunda, porque tiene las propiedades del cristal en ser pura en las verdades, y fuerte y clara, limpia de errores y formas naturales.

§ 12.4

Quiere decir que, si cerráremos los ojos del entendimiento a las cosas de arriba y a las de abajo (a lo cual llama dormir en medio) quedaremos en fe, a la cual llama paloma, cuyas plumas, que son las verdades que nos dice, serán plateadas; porque en esta vida la fe nos las propone oscuras y encubiertas, que por eso las llama aquí semblantes plateados: pero a la postre de esta fe, que será cuando se acabe la fe por la clara visión de Dios, quedará la sustancia de la fe desnuda del velo de esta plata, de color como el oro.

§ 12.5

Y así es como si dijera: ¡Oh, si esas verdades que, informe y oscuramente me enseñas encubiertas en tus artículos de fe, acabases ya de dármelas clara y formadamente descubiertas en ellos, como lo pide mi deseo! Y llama aquí ojos a estas verdades por la grande presencia que del Amado siente, que le parece la está ya siempre mirando; por lo cual dice:

§ 12.6

Por tanto, las verdades que se infunden en el alma por fe están como en dibujo, y cuando estén en clara visión, estarán en el alma como perfecta y acabada pintura, según aquello que dice el Apóstol (1 Cor. 13, 10), diciendo: Cum autem venerit quod perfectum est, evacuabitur quod ex parte est, que quiere decir: Cuando viniere lo que es perfecto, que es la clara visión, acabaráse lo que es en parte, que es el conocimiento de la fe.

§ 12.6

Por tanto, las verdades que se infunden en el alma por fe están como en dibujo, y cuando estén en clara visión, estarán en el alma como perfecta y acabada pintura, según aquello que dice el Apóstol (1 Cor. 13, 10), diciendo: Cum autem venerit quod perfectum est, evacuabitur quod ex parte est, que quiere decir: Cuando viniere lo que es perfecto, que es la clara visión, acabaráse lo que es en parte, que es el conocimiento de la fe.

§ 14.16

Y no se ha de entender que esto que el alma entiende, porque sea sustancia desnuda, como habemos dicho, sea la perfecta y clara fruición como en el cielo; porque, aunque es desnuda de accidentes, no es por eso clara, sino oscura, porque es contemplación, la cual en esta vida, como dice San Dionisio, es rayo de tiniebla; y así, podemos decir que es un rayo de imagen de fruición, por cuanto es en el entendimiento, en que consiste la fruición.

§ 14.16

Y no se ha de entender que esto que el alma entiende, porque sea sustancia desnuda, como habemos dicho, sea la perfecta y clara fruición como en el cielo; porque, aunque es desnuda de accidentes, no es por eso clara, sino oscura, porque es contemplación, la cual en esta vida, como dice San Dionisio, es rayo de tiniebla; y así, podemos decir que es un rayo de imagen de fruición, por cuanto es en el entendimiento, en que consiste la fruición.

§ 19.15

Finalmente, ni los miedos de las noches veladores llegan a ella, estando ya tan clara y tan fuerte y reposando tan de asiento en Dios, que ni la pueden oscurecer con sus tinieblas los demonios, ni atemorizar con sus terrores, ni recordar con sus ímpetus.

§ 24.17

Y esto, por dos causas: la primera, porque, como actualmente queda absorta y embebida el alma en aquella bebida de amor, no puede estar en otra cosa actualmente y no advertir a ella; la segunda y principal, porque aquella transformación en Dios de tal manera la conforma con la sencillez y pureza de Dios (en la cual no cae forma ni figura imaginaria) que la deja limpia y pura y vacía de todas formas y figuras que antes tenía, purgada e ilustrada con sencilla contemplación, así como hace el sol en la vidriera, que, infundiéndose en ella, la hace clara y se pierden de vista todas las máculas y motas que antes en ella parecían; pero, vuelto a quitar el sol, luego vuelven a parecer en ella las nieblas y máculas de antes.

§ 32.5

Para cuya inteligencia es de saber que de la tórtola se dice que, cuando no halla a su consorte, ni se asienta en ramo verde, ni bebe el agua clara ni fría, ni se pone debajo de la sombra ni se junta con otra compañía; pero en juntándose con él ya goza de todo esto.

§ 32.5

Porque con tanto amor y solicitud le conviene andar que no asiente el pie del apetito en ramo verde de algún deleite, ni quiera beber el agua clara de alguna honra y gloria del mundo ni la quiera gustar fría de algún refrigerio o consuelo temporal, ni se quiera poner debajo de la sombra de algún favor y amparo de criaturas; no queriendo reposar nada en nada ni acompañarse de otras aficiones gimiendo por la soledad de todas las cosas hasta hallar a su Esposo en cumplida satisfacción.

§ 32.6

Y porque esta tal alma, antes que llegase a este alto estado, anduvo con grande amor buscando a su Amado, no se satisfaciendo de cosa sin él, canta aquí el mismo Esposo el fin de sus fatigas y el cumplimiento de los deseos de ella, diciendo que ya la tortolica al socio deseado en las riberas verdes ha hallado, que es tanto como decir: ya el alma Esposa se sienta en ramo verde, deleitándose en su Amado; y ya bebe el agua clara de muy alta contemplación y sabiduría de Dios y fría de refrigerio y regalo que tiene en Dios; y también se pone debajo de la sombra de su amparo y favor, que tanto ella había deseado donde es consolada apacentada y refeccionada sabrosa y divinamente según ella de ello se alegra en los Cantares (2, 3) diciendo: Debajo de la sombra de aquel que había deseado me senté y su fruto es dulce a mi garganta.

§ 34.8

A este monte y collado deseaba venir la Esposa cuando dijo (Ct. 4, 6): Iré al monte de la mirra y al collado del incienso; entendiendo por el monte de la mirra la visión clara de Dios, y por el collado del incienso la noticia en las criaturas, porque la mirra en el monte es de más alta especie que el incienso en el collado.

§ 34.9

Quiere decir: donde se da la noticia y sabiduría de Dios (que aquí llama agua pura) al entendimiento, limpia y desnuda de accidentes y fantasías, y clara, sin nieblas de ignorancia.

§ 34.9

Este apetito tiene siempre el alma de entender clara y puramente las verdades divinas; y cuanto más ama, más adentro de ellas apetece entrar, y por eso pide lo tercero, diciendo:

§ 36.3

Y como el alma ve que, con la transformación que tiene en Dios en esta vida, aunque es inmenso el amor, no puede llegar a igualar con la perfección de amor con que de Dios es amada, desea la clara transformación de gloria en que llegará a igualar con el dicho amor.

§ 37.2

El cuarto, pura y clara contemplación de la esencia divina.

§ 37.13

Pero, por más alta que sea esta noticia, todavía es noche oscura en comparación de la beatífica que aquí pide; y por eso dice, pidiendo clara contemplación, que este gozar el soto y su donaire, y las demás cosas que aquí ha dicho, sea en la noche ya serena; esto es, en la contemplación ya clara y beatífica, de manera que deje ya de ser noche en la contemplación oscura acá, y se vuelva en contemplación de vista clara y serena de Dios allá.

§ 37.13

Pero, por más alta que sea esta noticia, todavía es noche oscura en comparación de la beatífica que aquí pide; y por eso dice, pidiendo clara contemplación, que este gozar el soto y su donaire, y las demás cosas que aquí ha dicho, sea en la noche ya serena; esto es, en la contemplación ya clara y beatífica, de manera que deje ya de ser noche en la contemplación oscura acá, y se vuelva en contemplación de vista clara y serena de Dios allá.

§ 37.13

Pero, por más alta que sea esta noticia, todavía es noche oscura en comparación de la beatífica que aquí pide; y por eso dice, pidiendo clara contemplación, que este gozar el soto y su donaire, y las demás cosas que aquí ha dicho, sea en la noche ya serena; esto es, en la contemplación ya clara y beatífica, de manera que deje ya de ser noche en la contemplación oscura acá, y se vuelva en contemplación de vista clara y serena de Dios allá.

§ 37.13

Y así, decir en la noche serena es decir en contemplación ya clara y serena de la vista de Dios.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Cantico espiritual CA

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Cautelas

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Dichos de luz y amor

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Epistolario

§ 19

El confesar, cuando hubiere cosa clara.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Grados de Perfecciòn

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    La Subida del Monte Carmelo

§ 1.4.3

Y así como no comprehende a la luz el que tiene tinieblas, así no podrá comprehender a Dios el alma que en criaturas pone su afición; de la cual hasta que se purgue, ni acá podrá poseer por transformación pura de amor, ni allá por clara visión.

§ 1.6.1

Y para que más clara y abundantemente se entienda lo dicho, será bueno poner aquí y decir cómo estos apetitos causan en el alma dos daños principales: el uno es que la privan del espíritu de Dios, y el otro es que al alma en que viven la cansan, atormentan, oscurecen, ensucian y enflaquecen y la llagan, según aquello que dice Jeremías, capítulo segundo (v. 13): Duo mala fecit populus meus: dereliquerunt fontem aquae vivae, et foderunt sibi cisternas dissipatas, quae continere non valent aquas; quiere decir: Dejáronme a mí, que soy fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas rotas, que no pueden tener agua.

§ 2.3.5

Y la noche, que es la fe, en la iglesia militante, donde aún es de noche, muestra ciencia a la Iglesia y, por consiguiente, a cualquiera alma, la cual le es noche, pues está privada de la clara sabiduría beatifica; y en presencia de la fe, de su luz natural está ciega.

§ 2.5.8

De aquí queda ahora más claro que la disposición para esta unión, como decíamos, no es el entender del alma, ni gustar, ni sentir, ni imaginar de Dios ni de otra cualquiera cosa, sino la pureza y amor, que es desnudez y resignación perfecta de lo uno y de lo otro sólo por Dios; y cómo no puede haber perfecta transformación si no hay perfecta pureza; y cómo según la proporción de la pureza será la ilustración, iluminación y unión del alma con Dios, en más o en menos; aunque no será perfecta, como digo, si del todo no está perfecta, y clara y limpia.

§ 2.5.9

A esta imagen, el que tuviere menos clara y purificada vista, menos primores y delicadez echará de ver en la imagen; y el que la tuviere algo más pura, echará de ver más primores y perfecciones en ella; y si otro la tuviere aún más pura, verá aun más perfección; y, finalmente, el que más clara y limpia potencia tuviere, irá viendo más primores y perfecciones; porque en la imagen hay tanto que ver, que, por mucho que se alcance, queda para poderse mucho más alcanzar de ella.

§ 2.5.9

A esta imagen, el que tuviere menos clara y purificada vista, menos primores y delicadez echará de ver en la imagen; y el que la tuviere algo más pura, echará de ver más primores y perfecciones en ella; y si otro la tuviere aún más pura, verá aun más perfección; y, finalmente, el que más clara y limpia potencia tuviere, irá viendo más primores y perfecciones; porque en la imagen hay tanto que ver, que, por mucho que se alcance, queda para poderse mucho más alcanzar de ella.

§ 2.8.4

Pues, si hablamos de la sobrenatural, según se puede en esta vida, de potencia ordinaria no tiene el entendimiento disposición ni capacidad en la cárcel del cuerpo para recibir noticia clara de Dios, porque esa noticia no es de este estado, porque, o ha de morir, o no la ha de recibir.

§ 2.8.4

De donde, pidiendo Moisés a Dios esa noticia clara, le respondió que no le podía ver, diciendo: No me verá hombre que pueda quedar vivo (Ex. 33, 20); por lo cual san Juan (1, 18) dice: A Dios ninguno jamás le vio, ni cosa que le parezca.

§ 2.14.4

Y así hacen muchos que comienzan a entrar en este estado, que, pensando que todo el negocio está en ir discurriendo y entendiendo particularidades por imágenes y formas, que son la corteza del espíritu, como no las hallan en aquella quietud amorosa y sustancial en que se quiere estar su alma, donde no entienden cosa clara, piensan que se van perdiendo y que pierden tiempo, y vuelven a buscar la corteza de su imagen y discurso, la cual no hallan, porque está ya quitada; y así ni gozan la sustancia ni hallan meditación y túrbanse a sí mismos, pensando que vuelven atrás y que se pierden.

§ 2.14.8

Y aquesto acaece más cuando decimos que ella es en sí más clara y perfecta y sencilla.

§ 2.14.8

Y así, por el contrario, cuanto ella está en sí en el entendimiento menos pura y simple, más clara y de más tomo le parece al entendimiento, por estar ella vestida o mezclada o envuelta en algunas formas inteligibles, en que puede tropezar el entendimiento o sentido.

§ 2.14.13

Esto baste ahora para entender cómo le conviene al alma estar empleada en esta noticia para haber de dejar la vía del discurso espiritual y para asegurarse que, aunque no le parezca que hace nada el alma, está bien empleada, si se ve con las dichas señales, y para que también se entienda, por la comparación que habemos dicho, cómo, no porque esta luz se represente al entendimiento más comprehensible y palpable, como hace el rayo del sol al ojo cuando está lleno de átomos, por eso la ha de tener el alma por más pura, subida y clara; pues está claro que, según dice Aristóteles y los teólogos, cuanto más alta es la luz divina y más subida, más oscura es para nuestro entendimiento.

§ 2.16.15

La cual no puede ser sin cerrar los ojos a todo lo que es de sentido e inteligencia clara y particular.

§ 2.16.15

Porque si nos queremos arrimar a esotras luces claras de inteligencias distintas, ya nos dejamos de arrimar a la oscura, que es la fe, y nos deja de dar la luz en el lugar oscuro que dice san Pedro; el cual lugar, que aquí significa el entendimiento que es el candelero donde se asienta esta candela de la fe, ha de estar oscuro "hasta que le amanezca" en la otra vida "el día" de la clara visión de Dios, y en ésta el de la transformación y unión.

§ 2.21.7

Pero no son menester en cosa tan clara.

§ 2.21.7

Porque no saben que es cosa facilísima, a quien tiene clara la luz natural, conocer las cosas, o muchas de ellas, que fueron o que serán, en sus causas.

§ 2.22.16

Concluyendo, pues, en esta parte, digo y saco de lo dicho: que cualquiera cosa que el alma reciba, de cualquier manera que sea, por vía sobrenatural, clara y rasa, entera y sencillamente, ha de comunicarla luego con el maestro espiritual.

§ 2.23.1

A las cuales llamamos puramente espirituales, porque no, como las corporales imaginarias, se comunican al entendimiento por vía de los sentidos corporales, sino, sin algún medio de algún sentido corporal exterior o interior, se ofrecen al entendimiento clara y distintamente por vía sobrenatural pasivamente, que es sin poner el alma algún acto u obra de su parte, a lo menos activo.

§ 2.24.4

Porque, en alguna manera, esta noticia oscura amorosa, que es la fe, sirve en esta vida para la divina unión, como la lumbre de gloria sirve en la otra de medio para la clara visión de Dios.

§ 2.24.5

Porque las espirituales e intelectuales mucho más clara y sutilmente acaecen que las corporales, porque, cuando Dios quiere hacer esa merced al alma, comunícala aquella luz sobrenatural que decimos, en que fácilmente y clarísimamente ve las cosas que Dios quiere, ahora del cielo, ahora de la tierra, no haciendo impedimento, ni al caso ausencia ni presencia de ellas.

§ 2.24.5

Y es, a veces, como si se le abriese una clarísima puerta y por ella viese (una luz) a manera de un relámpago, cuando en una noche oscura, súbitamente esclarece las cosas y las hace ver clara y distintamente, y luego las deja a oscuras, aunque las formas y figuras de ellas se quedan en la fantasía.

§ 2.25.2

Porque las primeras no se pueden llamar en rigor revelaciones, porque aquéllas consisten en hacer Dios al alma verdades desnudas, no sólo acerca de las cosas temporales, sino también de las espirituales, mostrándoselas clara y manifiestamente.

§ 2.27.1

Que, por ser cosa clara y llana, no quiero gastar tiempo en alegarlos aquí, sino decir que estas revelaciones no sólo acaecen de palabra, porque las hace Dios de muchos modos y maneras: a veces con palabras solas, a veces por señales solas y figuras e imágenes y semejanzas solas, a veces juntamente con lo uno y con lo otro, como también es de ver en los Profetas, particularmente en todo el Apocalipsis, donde no solamente se hallan todos los géneros de revelaciones que habemos dicho, mas también los modos y maneras que aquí decimos.

§ 2.30.3

Y éste, cuando son de Dios, siempre le obran en el alma, porque ponen al alma pronta y clara en aquello que se le manda o enseña, puesto que algunas veces no quitan al alma la repugnancia y dificultad, antes se la suelen poner mayor; lo cual hace Dios para mayor enseñanza, humildad y bien del alma.

§ 2.30.4

En estas palabras formales no tiene el alma que dudar si las dice ella, porque bien se ve que no, mayormente cuando ella no estaba en lo que se le dijo; y si lo estaba, siente muy clara y distintamente que aquella viene de otra parte.

§ 3.7.2

Porque siempre habemos de llevar este presupuesto: que cuanto el alma más presa hace en alguna aprehensión natural o sobrenatural distinta y clara, menos capacidad y disposición tiene en sí para entrar en el abismo de la fe, donde todo lo demás se absorbe.

§ 3.12.1

Y el alma en esta vida no es capaz de recibir clara y distintamente sino lo que cae debajo de género y especie.

§ 3.13.9

El que hubiere tenido éstas conocerá fácilmente las unas y las otras, porque está muy clara la mucha diferencia al que tiene experiencia.

§ 3.16.6

Que, por eso, te dijo Boecio que, si querías con luz clara entender la verdad, echases de ti los gozos, y la esperanza, y temor, y dolor; porque, en cuanto estas pasiones reinan, no dejan estar al alma con la tranquilidad y paz que se requiere para la sabiduría que natural y sobrenaturalmente puede recibir.

§ 3.17.1

Porque hay otro gozo pasivo, en que se puede hallar la voluntad gozando sin entender cosa clara y distinta, y a veces entendiéndola, de qué sea el tal gozo, no estando en su mano tenerle o no tenerle.

§ 3.18.2

Y no quiero traer aquí más testimonios en cosa tan clara, porque tampoco acabaría de alegar Escritura, porque ¿cuándo acabaría de decir los males que de ellas dice Salomón en el Eclesiastés? El cual, como hombre que habiendo tenido muchas riquezas y sabiendo bien lo que eran, dijo que todo cuanto había debajo del sol era vanidad de vanidades, aflicción de espíritu y vana solicitud de ánimo (1, 14); y que el que ama las riquezas no sacará fruto de ellas (5, 9); y que las riquezas se guardan para mal de su señor (5, 12), según se ve en el Evangelio (Lc. 12, 20), donde a aquel que se gozaba porque tenía ganados muchos frutos para muchos años, se le dijo del cielo: Necio, esta noche te pedirán el alma para que venga a cuenta, y lo que allegaste, ¿cúyo será? Y, finalmente, cómo David (Sal. 48, 17­19) nos enseña lo mismo, diciendo que no tengamos envidia cuando nuestro vecino se enriqueciere, pues no le aprovechará nada para la otra vida; dando allí a entender que antes le podríamos tener lástima.

§ 3.20.2

Adquiere más, en el desasimiento de las cosas, clara noticia de ellas para entender bien las verdades acerca de ellas, así natural como sobrenaturalmente; por lo cual las goza muy diferentemente que el que está asido a ellas, con grandes ventajas y mejorías.

§ 3.23.1

Muchos son los provechos que al alma se le siguen de apartar su corazón de semejante gozo, porque, demás que dispone para el amor de Dios y las otras virtudes, derechamente da lugar a la humildad para sí mismo y (a) la caridad general para con los prójimos; porque, no aficionándose a ninguno por los bienes naturales aparentes, que son engañadores, le queda el alma libre y clara para amarlos a todos racional y espiritualmente, como Dios quiere que sean amados.

§ 3.33.3

Y cada uno de estos géneros es también en dos maneras: porque los sabrosos, unos son de cosas claras que distintamente se entienden, y otros, de cosas que no se entienden clara ni distintamente.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Llama de Amor Viva A

§ 1.1.16

Porque en esta disposición de purgación no le es esta llama clara sino oscura; ni le es suave sino penosa que aunque algunas veces pega calor de amor es con tormento y aprieto; y no le es deleitable sino seca; ni le es reficionadora y pacífica sino consumidora y argüidora ni le es gloriosa sino antes la pone miserable y amarga en luz espiritual que la da de propio conocimiento enviando Dios fuego, como dice Jeremías (Lm. 1, 13) en sus huesos y examinándola en fuego como dice también David (Sal. 16, 3).

§ 3.1.2

Y, siendo él todas estas cosas, estando él unido con el alma, cuando él tiene por bien de abrirle la noticia, echa ella de ver en él todas estas virtudes y grandezas clara y distintamente, conviene saber: omnipotencia, bondad, sabiduría, justicia, misericordia, etc., todas en único y simple ser.

§ 3.1.12

Si la cosa es condensa y opaca, hará sombra oscura y condensa. y si es más rara y clara, hará sombra más clara, como es de ver en el madero y en el cristal, que, porque el uno es opaco, la hace oscura, y, porque el otro es claro, la hace clara.

§ 3.1.12

Si la cosa es condensa y opaca, hará sombra oscura y condensa. y si es más rara y clara, hará sombra más clara, como es de ver en el madero y en el cristal, que, porque el uno es opaco, la hace oscura, y, porque el otro es claro, la hace clara.

§ 3.1.12

Si la cosa es condensa y opaca, hará sombra oscura y condensa. y si es más rara y clara, hará sombra más clara, como es de ver en el madero y en el cristal, que, porque el uno es opaco, la hace oscura, y, porque el otro es claro, la hace clara.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Llama de Amor Viva B

§ 0

Que, aunque, como habemos dicho, esta alma no ha llegado a tanta perfección como ésta, todavía en comparación de la otra unión común, es como horno encendido, con visión tanto más pacífica y gloriosa y tierna, cuanto la llama es más clara y resplandeciente que el fuego en el carbón.

§ 0

Porque en esta disposición de purgación no le es esta llama clara, sino oscura, que, si alguna luz le da, es para ver sólo y sentir sus miserias y defectos; ni le es suave, sino penosa, porque, aunque algunas veces le pega calor de amor, es con tormento y aprieto; y no le es deleitable, sino seca, porque, aunque alguna vez por su benignidad le da algún gusto para esforzarla y animarla, antes y después que acaece, lo lasta y paga todo con otro tanto trabajo; ni le es reficionadora y pacífica, sino consumidora y argüidora, haciéndola desfallecer y penar en el conocimiento propio; y así, no le es gloriosa, porque antes la pone miserable y amarga en luz espiritual que le da de propio conocimiento, enviando Dios fuego, como dice Jeremías (Lm. 1, 13), en sus huesos, y enseñándola, y como también dice David (Sal. 16, 3), examinándola en fuego.

§ 0

Esta purgación en pocas almas acaece tan fuerte; sólo en aquellas que el Señor quiere levantar a más alto grado de unión, porque a cada una dispone con purga más o menos fuerte, según el grado a que la quiere levantar, y según también la impureza e imperfección de ella, y así, esta pena se parece a la del purgatorio; porque así como se purgan allí los espíritus para poder ver a Dios por clara visión en la otra vida, así, en su manera, se purgan aquí las almas para poder transformarse en él por amor en ésta.

§ 0

Y el que la leyere habrá menester advertencia, porque, si no tiene experiencia, quizá le será algo oscura y prolija, como también, si la tuviese, por ventura le sería clara y gustosa.

§ 0

Si la cosa es opaca y oscura, hace sombra oscura; y si la cosa es clara y sutil, hace la sombra clara y sutil; y así la sombra de una tiniebla será otra tiniebla al talle de aquella tiniebla, y la sombra de una luz será otra luz al talle de aquella luz.

§ 0

Si la cosa es opaca y oscura, hace sombra oscura; y si la cosa es clara y sutil, hace la sombra clara y sutil; y así la sombra de una tiniebla será otra tiniebla al talle de aquella tiniebla, y la sombra de una luz será otra luz al talle de aquella luz.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Noche Oscura

§ 1.10.3

Los que de esta manera se vieren, conviéneles que se consuelen perseverando en paciencia, no teniendo pena; confíen en Dios, que no deja a los que con sencillo y recto corazón le buscan, ni los dejará de dar lo necesario para el camino, hasta llevarlos a la clara y pura luz de amor, que les dará por medio de la noche oscura del espíritu, si merecieren que Dios los ponga en ella.

§ 2.5.3

Para probar la primera conviene suponer cierta doctrina del Filósofo, que dice que cuanto las cosas divinas son en sí más claras y manifiestas, tanto más son al alma oscuras y ocultas naturalmente; así como la luz, cuanto más clara es, tanto más ciega y oscurece la pupila de la lechuza, y cuanto el sol se mira más de lleno, más tinieblas causa a la potencia visiva y la priva, excediéndola por su flaqueza.

§ 2.5.5

5. ­Cuanto a lo primero, porque la luz y sabiduría de esta contemplación es muy clara y pura y el alma en que ella embiste está oscura e impura, de aquí es que pena mucho el alma recibiéndola en sí, como cuando los ojos están de mal humor impuros y enfermos, del embestimiento de la clara luz reciben pena.

§ 2.5.5

5. ­Cuanto a lo primero, porque la luz y sabiduría de esta contemplación es muy clara y pura y el alma en que ella embiste está oscura e impura, de aquí es que pena mucho el alma recibiéndola en sí, como cuando los ojos están de mal humor impuros y enfermos, del embestimiento de la clara luz reciben pena.

§ 2.20.5

El décimo y último grado de esta escala secreta de amor hace el alma asimilarse totalmente a Dios, por razón de la clara visión de Dios que luego posee inmediatamente el alma, que, habiendo llegado en esta vida al nono grado, sale de la carne.

§ 2.20.6

Mas en este último grado de clara visión, que es lo último de la escala donde estriba Dios, como ya dijimos, ya no hay cosa para el alma encubierta, por razón de la total asimilación; de donde nuestro Salvador (Jn. 16, 23) dice: En aquel día ninguna cosa me preguntaréis, etc.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Otras del mismo a lo divino

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Que va por super flumina



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clamor
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